sábado, 22 de junio de 2013

AQUÍ NO ES

El asunto es que había más de una New York.

Estaba por un lado la de mi imaginación, por el otro la verdadera (estas dos no coincidieron en lo más mínimo); y estaba también la New York que yo visité algunos años antes de aterrizar por primera vez en los estados unidos, cuando recorría otros países, otras ciudades, y estaba sin saberlo conociendo lugares que coincidían con el identikit que mi imaginación había hecho de New York.

En retrospectiva, Berlín o Londres acabaron siendo todo lo que yo había sospechado de New York: un acontecer artístico y cultural desaforado; originalidad y vértigo, muchas capas por encima y por debajo de lo que se supone que le gusta o le interesa a todo el mundo. Ciudades donde hay búsquedas, inquietudes, deseo; donde hay pequeños y secretos lugares en los que suceden cosas impensadas, inesperadas e inclasificables.

En fin, todo aquello que la Gran Manzana, en su esforzada y fingida singularidad, no es ni será nunca.