jueves, 11 de noviembre de 2010

En un pasillo del Louvre


¿La Virgen de las rocas? ¿La emocionante (yo lloré al recorrerla) galería que guarda los Géricault y los Delacroix; La Libertad guiando al Pueblo? ¿Algún Rembrandt o los esclavos de Michelangelo Buonarotti, acaso? No señor. El jovencito asiático, que visitó el Musée du Louvre porque ¿quién puede pasar por Paris sin visitarlo, aunque me importe tres cuernos eso que el canon vigente acuerda en llamar arte digno de verse?, encontró que la micropantalla de su cámara digital podía proporcionarle placeres mucho más voluptuosos que la contemplación de las cientos de miles de obras y reliquias que se exhiben en el museo. Un japonés menos en la muralla humana que rodea a La Gioconda... ¡albricias!

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